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Relato Travesti Samantha Ferro - Una hermosa tarde con Samantha Ferro


RELATO TRAVESTI ESPAÑA: Samantha Ferro - Una hermosa tarde con Samantha Ferro

Autor: Ramiro11

Permitid queridos amigos que os refiera detenidamente mi cita con la trans Samantha Ferro. Os puedo afirmar con toda franqueza que actualmente me guío esencialmente por la información que suministráis en el foro. Mis apetencias se dirigen a travestis , educadas, con aspecto femenino, de trato agradable, pacientes y poseedoras de muy buenas dotaciones. Soy pasivo, por tanto las buenas dotaciones debo calibrarlas en su justa medida, por el momento soy incapaz de adaptarme a miembros de más de 25 cm de longitud o de 7cm de diámetro. Así por ejemplo debo excluir de mi elección a la trans Bettencourt o a Verónika Bastos. A Alexandra Bettencourt no la conozco y a través del foro la información que se obtiene acerca de su trato e implicación es desigual. A Veronika Bastos, dios la ha dotado de una excelente, dura, maciza, contundente y sólida polla, además de una cordialidad y amabilidad sin par. No me cabe la menor duda que para los que estén muy acostumbrados a actuar como pasivos, tengan muchas relaciones con penes de buen calibre, deseen experimentar en la línea de los megapenes y presenten un elevado grado de dilatación anal, Veronika es la mejor elección de las que yo conozco. Consigue una buena erección, es delicada, intenta prepararte para la introducción, pero yo no pude conseguir introducirla en mi recto, era excesiva y el dolor casi insoportable. Ahora que ya tengo más experiencia quizás intentaré probar de nuevo, pero sigue dándome miedo. A pesar de todo Veronika es un encanto de persona.
En cualquier caso este fin de semana buscaba una trans que cumpliera mis preferencias y busqué en el foro y en no se permite publicidad de otros anuncian. Me sedujeron las dimensiones de Yanka Santos, pero tuve nuevamente miedo del volumen de su polla y en un amplio espectro de posibilidades, una vez comprobado que mi amadísima Laura Cat no estaba disponible, contacté con Samantha Ferro. Tarifas razonables, voz amable, precisa, no pretende “vender” nada, simplemente te refiere lo que puede hacer por ti, con extrema claridad y de forma bastante cordial.
Me dirigí a su domicilio, en la Calle Zaragoza, preciosa calle del barrio de Sant Gervasi, bonita finca, toda en blanco. Habita en el último piso, hermoso, cuidado, limpio, luminoso. La habitación dormitorio es muy bonita y alegre, un gran ventanal da a la calle y la luz exterior entra a raudales. Los colores que predominan en la habitación son blancos y crema, una pequeña butaca de color blanco preside el ventanal. La cama es espaciosa, el ordenador encendido al lado de la cama sobre la mesita de noche, un armario amplio, medio abierto con la ropa bien ordenada en sus estantes estantes y perchas. El dosel de la cama es de hierro de forja. La luz en general es cálida, visillos blancos en la ventana.
Samantha te recibe detrás de la puerta, prácticamente desnuda, lleva un pequeño slip, no un tanga, que deja ver que su entrepierna está bien amueblada. Los pechos al aire, son de unas dimensiones más bien pequeños, pero toda ella es menuda y están muy proporcionados al resto del cuerpo. Delgada, se le nota un físico cuidado, piernas bien cimbreadas, musculadas, culo duro, con hermosas nalgas, que se contraen al andar y muestran una buena preparación física, cintura fina, ni asomo de grasa en el vientre que es duro y extremadamente liso. Ni un solo tatuaje, el slip tiene unas tiras verticales y laterales blancas y el resto es de color morado. Tal vez el color de las bragas se me antoja desentona en un entorno tan cálido y de colores suaves y claros. Los hombros están bien torneados, sus manos son elegantes, con dedos finos y de uñas cuidadas. La espalda de Samantha es preciosa. La columna dorsal se marca en medio y lateralmente la musculatura se insinúa de forma homogénea, sin excesos.
Habla poco, sonríe poco, pero está atenta al servicio pactado. Es amable o quizás es más justo considerar que es esencialmente cortés. No se brinda a confidencias, mantiene un poco las distancias. Su rostro es algo alargado, labios finos, quizás el cuerpo es algo más perfecto que el rostro, pero es francamente bella. Melenita hasta media espalda, se la recoge para estar más cómoda y probablemente para facilitar mi visión durante la fase de la relación de sexo oral. Creo lleva un anillo en la mano izquierda. Se quita el slip y aparece su miembro, depilado a la perfección, su sexo es más oscuro que el resto del cuerpo, Samantha tiene una tonalidad de piel morenita. Si he de ser franco me llevo una pequeña decepción. En las fotos de las guías y en su página Web aparece una hermosa polla bien dura y voluminosa, no hago comentario alguno y nos tumbamos en la cama. Sus movimientos a partir de ahora serán siempre extremadamente delicados y felinos. Se medio arrodilla a mi lado y puedo acariciar su piel, fina como la seda, sin asomo de vello en ningún lado, huele bien, a limpio y depurado, todo parece impecable en su físico. Con la palma de mi mano abrazo cada una de sus tetitas y succiono su areola mamaria, con pezones más bien pequeñitos, beso su espalda, sus nalgas, su vientre, pero no me autoriza a besarla en la boca, otra pequeña decepción. No obstante sigo saboreando el tacto de un cuerpo precioso, juvenil, ágil, atlético, de adolescente.
Ella me coloca un condón y empieza a realizar una felación. Otra decepción y ya van tres, no puedo evitar desear que las felaciones sean siempre naturales, a pelo tal y como Laura Cat, Nicole Noguera y Dayanne por ejemplo realizan. No expreso ninguna objeción, pero estoy algo confuso y entristecido. Es cierto que al mamarme me mira a los ojos y ejecuta movimientos de deglución cadenciosos, a ritmo lento, suaves y muy eróticos, después le imprime a su cabecita un ritmo más rápido de entra y saca que empieza a despertar a mi pene. Antes de enfundarme el sexo, me ha masturbado con elegancia, pero sigue sin sonreír, hay poca trasferencia afectiva, es eficiente pero algo fría.
Queridos foreros ahora ella se medio incorpora y coloca su sexo en la vecindad de mi rostro, me acerco y empiezo primero a lamerlo y luego a succionarlo, piel fina la de su pene, ni asomo de vello, no rasca nada al tacto, las ingles suaves y cuidada la zona a la perfección, dócil a mis movimientos bucales. Le miro el rostro mientras le como la polla y su rostro permanece inmutable y sereno. Parece concentrada en que todo salga bien pero quizás sea la situación un poco demasiado mecánica. Disfruto de su miembro, a pelo. Sabe bien, dulce, a miel. Es este sabor de maravilloso recuerdo tal y como los de Laura Cat y el de Nicole Noguera. El capullo es grande, rosado y empieza a crecer, la piel del miembro se tensa y se retrae con la erección. Expone un glande que está creciendo y que ya promete una buena polla que se va a empalmar magníficamente. Mientras le degusto el miembro, ella me masturba y yo acaricio sus hermosas nalgas de chica-chico joven, de carne prieta y firme. Le ruego que se tumbe a mi lado y abra las piernas, su polla, el escroto, el ano se me exponen a la visión sin restricción alguna, tiene buena polla, pero las bolsas y los huevos son menos voluminosos y menos pendulantes que los de Laura Cat y Dayanne. Por el contrario su miembro es similar en dimensiones y mayor y más grueso que el de Nicole Noguera. Ahora yo sumiso, adoro su mástil arrodillado ante su entrepierna. Sujeto con la mano el falo y lo veo crecer poco a poco, con parsimonia, delicioso, tierno, caliente, la sangre fluye hacia él, empieza a engordar y a aumentar en peso, se hace elástico, rebota y bambolea en mis manos, labios y boca. Las venas que lo circundan emergen a la superficie. Lo introduzco entero en mi boca hasta alcanzar los huevos, aún no ha conseguido una erección máxima y por ello no me provoca arcadas.
Samantha Ferro tiene una de las mejores pollas que me he comido jamás. Ahora finalmente empiezo a estar en la gloria, me lo introduzco en profundidad hasta el fondo de mi boca en múltiples ocasiones, sigo un ritmo preciso y lento, ella me ayuda con gestos meditados y bien elaborados a facilitar la maniobra. Esta atenta a mis evoluciones, me acaricia la cabeza, la presiona hacia las profundidades de su sexo. Soberbio estar entregado, arrodillado, ante una trans, trabajando su bajo vientre, como adorando la flor del néctar divino. Manipulo la polla, la abrazo, la golpeo en mis labios, mientras ella amable se somete con extrema pasividad a mi boca. Ahora si está absolutamente erecta. Es una erección recta, la polla no se incurva, como en los jóvenes el capullo mira hacia arriba y parece que va a contactar con el bajo vientre. Aún aprovecho los últimos lengüetazas para intentar succionar los huevos, dado que las bolsas escrotales no son grandes, la piel que las recubre no se distiende mucho y no puedo comerme los huevos, como con Laura o Dayanne. Con Laura por ejemplo, el escroto es tan amplio que puedes succionar cada uno de los huevos, ensalivarlos, morderlos, y simular tragarlos. Con Samantha sólo noto los testículos con la lengua, no hay forma de mordisquearlos por separado. En cualquier caso ella no pone reparos a ninguna de las exploraciones a la que la someto con mi lengua. Flexiona algo las piernas, los talones apoyados en la cama, sus rodillas masajean mi rostro, su mano acaricia mi mejilla.
Cierro los ojos y rememoro una situación primorosa, le pedí que se pusiera de pie en la cama, las piernas separadas, yo arrodillado frente a ella dándole pleitesía. Su sexo bamboleante acaricia mis labios, el glande frota mis mejillas. Rindo culto a su pene y mi lengua recorre todo el glande desde la base hasta el capullo, lo hago lentamente sin brusquedad, ella esta atenta y solicita, tranquila, se deja hacer. Parece cómoda conmigo. En este momento me dice las palabras deseadas y también algo temidas, “te voy a follar”.
Me inclino, de cuclillas, intento relajarme, no contraer los esfínteres, ella detrás se seca el miembro de mi ensalivada y coloca el condón, mientras con ambas manos refuerza su erección. Me preocupa más el grosor que la longitud de su polla. Yo creo que debe de medir de unos 21 a 22 cm de longitud, pero el grosor puede superar los 5,5 cm ampliamente. Cuando aceptas que te van a encular, siempre hay una mezcla de placer y dolor, de temor y regocijo, es preciso confiar en la trans que te va a penetrar. En esta ocasión confío plenamente en su sabiduría, me ha dado muestras de sobra de su pericia y profesionalidad. Samantha prepara muchos pañuelos de papel que coloca al lado de la cama, mientras me folla, se seca regularmente sus ingles, pene y también mi ano dilatado.
Coge un condón que enfunda en el dedo anular de la mano derecha y palpa mi agujero, comprueba que me lo he dilatado previamente, ahora enfunda dos dedos y penetra en mi agujero negro, los ha envaselinado y no me produce ningún dolor. Los dos dedos enfundados me penetran hasta la base, comprueba que salen limpios, siempre me esmero al máximo para evitar la emisión de materia fecal. Todo parece listo para mi sodomización.
Me penetra con la pierna derecha flexionada, el pene se apoya en la entrada de mi ano y suavemente, sin prisa, pero sin pausa entra su polla en mi recto, no hace paradas hasta conseguir una introducción total y completa de su miembro. Duele mucho al principio, evito quejarme, pero es como si un cuchillo me hubiera penetrado en el vientre. Me siento reconfortado por la profesionalidad que ha demostrado hasta el momento, sé que no desea humillarme ni hacerme daño gratuitamente. Os contaba que es felina en sus gestos, la enculada se consuma con ella detrás, ambas piernas flexionadas, ella se abalanza sobre mí, su torso y tetas descansando en mi espalda, mantiene las piernas muy abiertas y su pene penetra y sale ampliamente, el trayecto es de amplio recorrido, sabe entrar y sacar unos 14-15 cm de polla a cada golpe riñones. Acaricio sus piernas, sus nalgas, sus testículos, su polla enfundada y aprecio, que su cuerpo está en tensión, todo él responde a la misma orden de penetrar, cada músculo contraído, su cara absorta en la relación sexual. Estoy ante una gran profesional, mi cuerpo se relaja, mi recto absorbe toda su verga, el dolor ha desaparecido. Únicamente queda el esfuerzo de aguantar las embestidas de un cuerpo joven que me sigue dando una vez tras otra.
Ahora Samantha cambia de posición, más cómoda, simplemente arrodillada detrás de mí, me culea, precisa menos esfuerzo pero es igual de efectivo en mi agujero negro. Le pido un cambio de posición. Me lo concede, de espaldas a la ventana me vuelve a poseer, yo nuevamente acuclillado y ella elevada, las piernas rectas, desde detrás y arriba, practica la máxima introducción de su miembro, hasta la base del mismo. Mi mano palpa el calibre de lo que me está metiendo, es muy considerable, quizás excesivo, pero no genera el más mínimo dolor. Disfruto de forma salvaje del momento. Samantha Ferro está en una envidiable forma física, mantener la erección, penetrar con las piernas en media flexión, con los talones sobre la cama, el cuerpo hacia delante y someter a mi culo a una jauría de “toma y daca”, no es fácil. Hay que ser muy bueno, tan solo Laura Cat la supera. Nicole Noguera queda cerca pero no la iguala en este punto en concreto. Diréis y con razón que soy muy maniático y que nuevamente vuelvo a contar las penetraciones, en esta posición, Samanta la introduce y saca 90 veces de mi ano. Después adopta una posición de reposo, una pierna doblada descansa en la cama y la otra flexionada, se apoya o contacta con mi costado, 20 nuevas enculadas, éstas secas, rápidas y profundas.
Le pido una de mis debilidades, consiste en sentarme encima de su pene, accede. Vuelve a secarse con uno de sus innumerables kleenex, comprueba la indemnidad de la goma, y se tumba boca arriba. Me mira a los ojos, sigue concentrada, parece algo ausente pero también asemeja una alumna muy aplicada, que desea complacer y ofrecer lo que se le pide con máxima pulcritud. Su mano masturba su polla, reflexiona y se quita el condón, va a cambiarlo. Vuelvo a jugar con su miembro, la piel del pene es tersa, me inclino y vuelvo a mamarlo con delectación. Se tumba en la cama, una de sus piernas cuelga por fuera de la cama, deliciosa posición para atacar los huevos de Samantha y la base de su polla que había tal vez ignorado un poco hasta este momento. Le debe de agradar ya que ahora sí he conseguido con mi esfuerzo que presente una erección máxima, vuelve a secarse la saliva con un pañuelo y enfunda el condón que perforará por enésima vez mi agujero. Samantha Ferro se masturba de una forma que me parece algo peculiar, con tres dedos en una cara de la polla el pulgar y en la otra el índice y el anular. Coloca vaselina y me espera tumbada con la polla firmemente sujeta en una mano. Me acerco y me coloco encima, separando el ano con mis manos para la penetración, aprecio el placer inmenso de sentir que el recto se va ocupando con un miembro
Me siento encima, despacio, saboreando la enculada, hasta que mis nalgas alcanzan sus huevos. Samantha muy pulcra, distribuye pañuelos de papel entre sus ingles y las mías, a veces seca la base de su pene y el contorno de mi agujero para evitar suciedades. Estoy segura que aprecia, mi higiene previa al acto sexual. El enculamiento se verifica de frente, le veo la cara mientras me penetra. Nuevamente su cara refleja concentración y esfuerzo, no hay sonrisas, es un rostro no obstante plácido. Mis manías, lo siento, sigo contando, y me hago empalar 27 veces antes de abandonar, ya que mi forma física es claramente inferior a la de la trans y no consigo elevarme con facilidad para volver a descender sobre su mástil. Samantha vuelve a inspeccionar su pene, sigue limpio el condón, y me sugiere otra posición. Me follará a lo misionero, ella arriba y yo abajo. Lo sugiere de forma muy profesional, considerando probablemente que yo ya estoy un poco cansado y buscando una posición más confortable, toda vez que ella llevará el gran peso del esfuerzo físico. Me tumbo en la cama, al borde de la misma, levanto mis piernas que flexiono al máximo, le exhibo mi ano y ella me pone de nuevo vaselina y vuelve a pajearse, con gestos precisos y rápidos.
Debo ser extremadamente sincero, Samantha Ferro no escoge la posición más fácil para penetrar, es muy versátil y es evidente que desea hacerme pasar un buen rato, de lo contrario me la hubiera clavado en una única posición y punto. Se adapta, me acaricia suavemente con sus manos mientras me esta follando, no tiene prisa, todo se lo toma con calma. Se lo agradezco muchísimo, aunque ella aparente una cierta impresión de frialdad y distancia. Por ejemplo esta posición actual de misionero, en que yo adapto el rol femenino y ella el masculino, tampoco es tan sencilla, ella podría encularme con los pies en el suelo hasta que me cansara , pero opta por flexionar las piernas y colocar sus dos rodillas en el borde de la cama, y nuevamente tenderse sobre mí, mis testículos contactan con su vientre duro, pétreo, bien moldeado. Empieza a moverse hacia dentro y afuera, el movimiento es cadencioso, todo su cuerpo se implica en el gesto, la contracción y decontracción es generalizada en cada penetración y extracción de su polla. Es el placer máximo y ya no cuento las embestidas, me sumerjo en la belleza de sentirse hábilmente poseído. Adoro su cuerpecito, me encanta su culito de chiquillo, no me gustan los culos recauchutados, voluminosos, fruto de mil implantes de silicona, aquí todo es natural, no hay bisturí en su cuerpo fuera de los implantes en las tetas.
Me trabaja divinamente, su polla entra y sale de delante a atrás, pero también imprime un bellísimo movimiento lateral a la follada, máximo contacto de mi recto con todos y cada unos de los centímetros de su miembro. Me folla duro, y me rindo, estoy agotado, mi culo desfondado, necesito descanso. Realmente ella me ha follado con la mirada fija en algún punto del armario, no me mira, su rostro es apacible, sé que está dando lo mejor de ella misma.
Por última vez vuelve a secarse la polla y también mi ano y se retira delicadamente el condón. Le pido que eyacule y me brindo a mamarla hasta el final pero prefiere pajearse, dice que así es como seguro se correrá. No se lo critico, la mejores trans con las que he estado Laura Cat a la cabeza, pero también Nicole Noguer y Dayanne prefieren llegar al climax masturbándose ellas mismas. Laura imprime un movimiento rápido y bestial a su miembro, se contractura todo su cuerpo con el esfuerzo, su cara se concentra y se espasmodiza al soltar el semen: En honor a la verdad las eyaculaciones de Laura son las más exuberantes que he degustado, buenas lechadas que suelta en dos o tres potentes chorros.
Samantha se prepara para la corrida, protege los almohadones con los que apoyo mi cabeza con pañuelos de papel, ya veis lo pulcra que es , no quiere manchar con su corrida la tela que los recubre. Se empieza a masturbar a un ritmo mediano, pero contundente por la presión que imprime a la verga. Me pregunta dónde quiero la eyaculación y le repito que en la cara y boca, ella contesta “bien”, está aparentemente tranquila y relajada, se manosea el miembro con los ojos cerrados, la mano libre acaricia una de sus tetas, yo palpo con fruición sus nalgas. Se ha arrodillado frente a mí, su pene a la altura de mi boca, realmente un bello ejemplar, firme, apunto de estallar. Tiene un perfecto control de su cuerpo ya que no parece costarle llegar al punto de erupción, dos o tres pequeños sonidos guturales preceden la eyaculación, leche espesa, poco cuantiosa pero suficiente, blanca como la nieve, la suelta en mis labios y en mi boca entreabierta, dulce sabor a paraíso. Se produce un efecto delicioso, de una hebra de semen que discurre de su polla a mi boca y que se mantiene durante unos segundos. La introduzco en la boca y no permito que se pierda ninguna gota, exprimo el pene desde la base y vacío las últimas gotitas de placer en mi boca, se deja seguir chupando dócilmente.
Me finaliza con la mano a petición mía, estoy exhausto y tambien eyaculo tras tan potente masaje prostático.
Se tumba ami lado y afablemente hablamos un poco, Samantha es brasileña, viaja mucho, trabaja un poco por todo el mundo, especialmente Dinamarca. Curiosamente vive habitualmente en Lérida, dice que en una ciudad pequeña hay menos competencia. Ahora por poco tiempo parece que estará en Barcelona, entiendo que prefiere trabajar fuera de España dónde se cobra más y la gente es más seria y cumplidora. Me dice que muchas de sus citas telefónicas en nuestro país, conciertan una hora para después no presentarse y que en otros países eso no ocurre. Mientras hablamos acaricio su pene, ahora fláccido. Me asombra que ahora que parece poca cosa haya sido capaz de darme tanto placer. Cuando salgo han pasado 60 minutos exactos.
Me dirijo hacia la Plaza Gala Placidia, descendiendo la calle Zaragoza, ando en silencio, despacio, las piernas me duelen, el ano está dolorido, el sabor a semen se conserva en mi boca y reflexionos sobre mi experiencia con Samantha Ferro y de hecho cuando una trans que me seduce y que derrocha encanto, me ha enculado, mis sentimientos son muy dispares. Este acto de máxima sumisión me genera un morbo inconmensurable, le estás entregando tu cuerpo y tu alma, estás en sus manos, ella es tu ama, tu diosa, tu reina y tú un pobre esclavo. Estás a su merced, eres totalmente vulnerable y ella es la que va a mandar en toda la relación hasta la eyaculación final. Sufrir y desear que te vayan entrando la polla dentro de ti, que la mucosa y los músculos del culo vayan dilatándose, sentir el esfuerzo de la que te posee, su respiración cadenciosa y firme, ver sus músculos contraídos cuando te culea me enloquece.
Magnífica Samantha, bella zona, piso muy limpio y luminoso, repetiría mañana mismo.


Publicado el May 19, 2016 at 12:00 am

Relatos Travestis Malaga: Samantha Ferro - Una hermosa tarde con Samantha Ferro


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